martes, 24 de febrero de 2015

Aulas emocionadas

Por Esteban G. Santana Cabrera
Llevamos unos meses ya en los centros educativos de Canarias, con una nueva asignatura en el currículo, “Educación emocional y para la creatividad”. Pero esta “revolución emocional” en la escuela no es nueva y ya se está gestando desde hace años y trabajando en algunos centros, pero no de manera reglada.   Hasta que Daniel Goleman publicara Emotional Intelligence en 1995 no se relacionaba la educación con este concepto para darle la importancia que tiene y de la que ya habían hablado otros autores como Salovey y Mayer, y en quienes Goleman basa sus estudios.
Pero, ¿se puede aprender la competencia emocional? Y ¿Por qué en la escuela?
 Goleman afirma que la competencia emocional  se puede aprender. Todos podemos aprender inteligencia emocional y llegar a ser emocionalmente inteligentes.  La escuela tradicional hace una separación entre lo razonable y lo emocional, dándole al primero un espacio cerebral y a lo emocional lo relaciona con el corazón y los sentimientos. Para esta escuela lo importante es la razón y las materias llamadas “importantes”, pasando a haber asignaturas de primera y otras de segunda, asignaturas éstas últimas que pasaron a denominarse “marías” porque se “trabajaban” “otras cosas” menos “cerebrales” como el cuerpo, la expresión visual, la plástica o la música.
¿Pero es verdad que razón y emoción van separadas? Indiscutiblemente no. Para Goleman lo primordial es tener conciencia de las propias emociones, reconocer un sentimiento en el momento en que ocurre para así poderlo controlar. Pero no basta solamente con reconocerlas sino aprender a manejarlas para poder expresarlas de manera positiva. El saber dominar nuestras emociones nos llevará a ser personas más equilibradas y exitosas porque podremos dar respuesta a distintas situaciones que se nos presenten en la vida diaria de manera más consciente. Pero no solo esto sino que podremos llegar a reconocer las respuestas que en el ámbito emocional tienen los demás, conocerlas y sintonizar mejor con las otras personas en cualquier situación de la vida. Si sabemos llevar esto a nuestra vida, no solo tendremos una inteligencia interpersonal más  efectiva sino que tendremos más facilidad para afrontar las distintas áreas académicas con más éxito.
Siendo mejores personas y más conocedoras de nuestras emociones y la de los demás, seremos capaces de ser mejores estudiantes y mejores profesionales, más empáticos y emprendedores, capaces de afrontar las distintas situaciones de la vida, escolares y extraescolares, más maduros y en definitiva llegar a ser personas de éxito no solo en el ámbito laboral sino en el social también.

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