martes, 19 de diciembre de 2017

3 Trucos para calmar con éxito la ansiedad de tus alumnos

Autor: Santiago Moll
El artículo de hoy tiene una finalidad eminentemente práctica. En él aprenderás tres sencillos trucos que permitirán a tus alumnos controlar la ansiedad que en determinadas ocasiones padecen tus alumnos por diversas circunstancias.
Estas dinámicas están pensadas para que las enseñes en el aula y recurras a ellas en el momento en el que percibas que alguno de tus alumnos entra en crisis.
¿Quieres aprender técnicas para rebajar la ansiedad? ¿Quieres descubrir de qué manera puedes mejorar el autocontrol de tus alumnos? Si es así, acompáñame en la lectura de este artículo.
Sin más demora, zarpamos.
ansiedad
Imagen extraída de Shutterstock

Técnicas para relajar la ansiedad de tus alumnos.

1. Respiración. La respiración es un ejercicio físico realmente eficaz para aprender a gestionar las emociones. De lo que se trata es de que tus alumnos entiendan la respiración como algo consciente. Además, se trata de una herramienta que tiene su efecto de manera casi inmediata y en la que sólo necesitas el cuerpo.
Existen, principalmente, tres tipos de respiraciones:
  • Respiración tranquila. Consiste en inspirar contando hasta cuatro y exhalar contando mentalmente hasta cuatro. La inspiración y expiración deben realizarse por la nariz. Resulta muy eficaz para calmarse cuando se está muy agitado u ofuscado en algo.
  • Respiración abdominal. Hay que poner una mano sobre el pecho y la otra sobre el estómago. A continuación, hay que inhalar profundamente por la nariz llenando el diafragma de aire. Luego hay que expirar por la boca. Repetir el proceso varias veces. Se trata de una técnica de respiración muy recomendable antes de un examen.
  • Respiración alterna. Se practica sentado en una posición confortable. Con el pulgar derecho cierra la fosa nasal derecha y respira profundamente por la fosa nasal izquierda. Cuando hayas inspirado todo el aire, cierra la fosa nasal izquierda con tu anular y exhala por la fosa nasal derecha. Repite varias veces el procedimiento. Este tipo de respiración no está tan destinada a calmar la ansiedad, sino que tiene un alto valor energizante que bien canalizado puede ser muy provechoso para tus alumnos.
2. Automasaje. El automasaje tiene un alto valor reconfortante porque incide directamente sobre los músculos y tejidos del cuerpo. Además, son una excelente opción para reducir el estrés y la ansiedad.
Aquí tienes algunas interesantes rutinas:
  • Mandíbula tensa. Para relajarla puedes hacer lo siguiente:
    • Apoya la yema de los dedos contra tus pómulos.
    • Aprieta con los dedos mientras abres y cierras la boca.
    • Cuando llegues a la barbilla, empuja tus dedos debajo de la barbilla y masajea.
    • Repite estos gestos hasta sentirte mejor.
  • Cabeza. Para aliviar el dolor de cabeza puedes hacer lo siguiente:
    • Haz círculos en tus sienes con los dedos, al principio muy suaves.
    • Incrementa tu presión a medida que tus dedos suben hacia el cráneo.
3. Risa. La risa es un excelente antídoto contra la ansiedad. Es más, se ha demostrado que, aún sin estar bien pones cara de estar bien, tu cuerpo genera una predisposición para sentirte mejor. ¿Recuerdas algún momento en el que estás llorando pero sonriendo a la vez? ¿Cómo te has sentido inmediatamente?
Pues bien, existe una rutina muy eficaz y que sólo precisa de un lápiz. Estando en un aula seguro que no tienes problemas para hacerte con uno.
La rutina consiste en agarrar el lápiz con los diente en horizontal, como si estuvieras sonriendo. Intenta mantener el lápiz en esa posición durante, al menos, quince segundos. Lo que consigues es que tu cerebro cree la dopamina que nos hace sentir mejor, además de relajar los músculos y mejorar respiración.
Con este sencillo recurso transformarás la ansiedad en calma, el estrés en humor.

¿Te has gustado estas técnicas para combatir la ansiedad en el aula?

Estas tres técnicas para combatir la ansiedad las he encontrado en el libro de Elsa Punset titulado El libro de las pequeñas revoluciones.
El libro de Elsa es de aquellos libros que se leen solos y que tienen la enorme virtud de ir al grano y, sobre todo, de ofrecer soluciones para que uno se sienta mejor y haga posible que las personas que tenemos al lado compartan, cuando menos, nuestra alegría, optimismo y vitalidad.

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